





SAN SIMON.
La isla de San Simón, situada en el municipio gallego de Redondela (España), preside la ensenada de San Simón, en el extremo interior de la Ría de Vigo.
Esta isla estuvo ocupada por los templarios en los siglos XII y XIII hasta que la excomulgación y disolución de esta orden deja la isla en manos de la Corona de Aragón que la dona el Obispado de Tui en el año 1370 en agradecimiento a su fidelidad. En estos últimos siglos de la edad media se realizan numerosas romerías en la isla, y en este contexto se enmarca la conocida cancion del trovador Mendinho ambientada en la isla de San Simón. A día de hoy hay un busto de este autor en la isla, así como, de los otros dos grandes trovadores medievales de la ría. Jhoan de Cangas y Martin Codax.
Sediam'eu na ermida de San Simón
e cercaronm'as ondas, que grandes son,
eu atendendo ao meu amigo,
eu atendendo ao meu amigo...
(Estando en la ermita de San Simón
y me rodearon las olas, que grandes son,
yo esperando a mi amigo,
yo esperando a mi amigo...)
La edad moderna en la isla de San Simón comienza con una batalla en el contexto de las revuelltas irmandiñas, que se salda con la herida de gravedad de don Fernando Andrade representante de Soutomaior. En los años posteriores se combinará la ocupación religiosa de la isla con períodos de abandono y asaltos e saqueos a la isla por parte de los piratas británicos comandados por Sir Francis Drake.
En 1702 llega un episodio histórico, la conocida como batalla de Rande, que enfrento a las tropas anglo-holandesas con una coalición francesa-española, de las que redultaron vencedoras las primeiras. Despues de la batalla saquean toda la costa y es incendiado el monasterio de San Simón, despues de una reconstrucción vuellve a ser destríudo y, finalmente es abandonado en el año 1719, tras otro ataque inglés.
Despues de casi un siglo de abandono, y debido a las epidemias de cólera, se decide instalar en San Simón lo que sería conocido como Lazareto de San Simón, por el que tenian que pasar los navegastes procedentes de otros países europeos. La rehabilitación de la isla corrió a cargo del comerciante roixano Velázquez Moreno. El lazareto se inuguró en 1841. Estas obras configuraron la imagen actual de las islas, de esta fecha son los edificios el puente que une San Simón y San Antón y la muralla exterior. El lazareto resultó fundamental en la evolución de la ría de Vigo, con la que los barcos tenian que llegar a él, lo que propicio la expansión del puerto y la ciudad de Vigo.
El lazareto se clausura en 1927 y con la llegada de la Guerra Cívil se convierte en cárcel, en ella fueron recluidos numerosos presos del bando republicano, fundamentalmente de las zonas próximas, aunque tambien llegaron del país vasco.
Siendo Director General de Prisiones, Máximo Cuervo Radigales (1938-1942), estableció una política penitenciaria en la que los presos debían pagar sus penas con la privación de libertad y con trabajos de reconstrucción de un País devastado. El proyecto fue gestionado por el Patronato de Redención de Penas por el Trabajo. Los obreros especializados se dividieron en dos tipos: Cita: *Sobre el frente. (Ingenieros militares) (Obras publicas) *En retaguardia. * Industrias militarizadas. * Obras civiles. * Obras de rendimiento inmediato. (Minas y Talleres) * Obras de rendimiento breve. (Hidráulicas) * Obras de rendimiento largo. (Forestales) * Obras de rendimiento no controlable. Carreteras,ferrocarriles, edificios públicos) El problema se plantea con qué hacer con los no aptos para ese tipo de trabajos, bien por desnutrición o bien por su avanzada edad. Se habían convertido en un estorbo, la solución, al más puro estilo hitleriano, se configuró en la Isla de San Simón. Aprovechando las instalaciones de un antiguo convento y de un lazareto se instaló en las primeras semanas de la guerra una especie de cárcel provisional para presos gubernativos que aún no habían sido encausados por la jurisdicción militar. En esta época muchos de los detenidos de San Simón fueron sacados por elementos de Falange y los llamados "cívicos", y ejecutados en las cunetas de las carreteras y ante los muros de los cementerios. Según testimonios, el director de San Simón y de las prisiones de Pontevedra, Lago Búa, el médico forense Bustelo, fueron responsables, junto con el teniente Rodríguez de la Guardia Civil, de muchos "paseos"; también se dedicaron a detener a personas de derechas a las que luego ponían en libertad a cambio de importantes cantidades de dinero. Denunciados por una de esas personas de derechas, fueron condenados a muerte en consejo de guerra celebrado a puerta cerrada, y ejecutados por un piquete al mando, "casualmente", de su compinche el teniente Rodríguez. Al derrumbarse el Frente Norte muchos prisioneros fueron conducidos a esta cárcel provisional en funciones de campo de concentración.
Desde el puerto de Bilbao partió el barco prisión "Upo Mendi", lleno de prisioneros, con la finalidad de integrarlo en el sistema concentracionario de San Simón.
La falta de calado impidió que el "Upo Mendi" se acercara lo suficiente a la isla de San Simón, permaneciendo fondeado en aguas más profundas de la ría de Vigo. A San Simón fueron también conducidos desde el campo de concentración de Camposancos varios presos condenados a pena de muerte para ser ejecutados. Al finalizar la guerra se trató de convertir el Campo de Concentración de San Simón en un centro de reclusión para presos mayores de sesenta años de edad, trasladando a centenares de ellos desde todas partes de España. El 12 de Febrero de 1943, coincidiendo con el principio del fin del Régimen Nazi, se evacua la isla de "despojos humanos", mediante decreto de Franco en el que se posibilitaba que los reos pudieran escoger destino penitenciario. por decreto de 17 de Diciembre de 1943, 274 septuagenarios, pueden ir libremente a morir a sus casas.
Durante los primeros meses de la guerra civil los edificios existentes en la Isla de San Simón fueron utilizados como penitenciaría, al igual que el antiguo lazareto de la isla de San Antonio. Al saber los tristes acontecimientos que tuvieron lugar allí, relacionados con su infausto papel de penitenciaría-campo de concentración.
Campo de concentración del Lazareto de la Isla de San Simón (Pontevedra)
Aprovechando las instalaciones de un antiguo convento y de un lazareto se instaló en las primeras semanas de la guerra una especie de cárcel provisional para presos gubernativos que aún no habían sido encausados por la jurisdicción militar. En esta época muchos de los detenidos de San Simón fueron sacados por elementos de Falange, Guardia Civil y los llamados "cívicos", y ejecutados en las cunetas de las carreteras y ante los muros de los cementerios. Según testimonios, el director de San Simón y de las prisiones de Pontevedra, Lago Búa, el médico forense Bustelo, fueron responsables, junto con el teniente Rodríguez de la Guardia Civil, de muchos "paseos"; también se dedicaron a detener a personas de derechas a las que luego ponían en libertad a cambio de importantes cantidades de dinero. Denunciados por una de esas personas de derechas, fueron condenados a muerte en consejo de guerra celebrado a puerta cerrada, y ejecutados por un piquete al mando, "casualmente", de su compinche el teniente Rodríguez.
Al derrumbarse el Frente Norte muchos prisioneros fueron conducidos a esta cárcel provisional en funciones de campo de concentración. Desde el puerto de Bilbao partió el barco prisión "Upo Mendi", lleno de prisioneros, con la finalidad de integrarlo en el sistema concentracionario de San Simón. La falta de calado impidió que el "Upo Mendi" se acercara lo suficiente a la isla de San Simón, permaneciendo fondeado en aguas más profundas de la ría de Vigo. A San Simón fueron también conducidos desde el campo de concentración de Camposancos varios presos condenados a pena de muerte para ser ejecutados.
Al finalizar la guerra se trató de convertir el Campo de Concentración de San Simón en un centro de reclusión para presos mayores de sesenta años de edad, trasladando a centenares de ellos desde todas partes de España.
Relación de prisioneros que fueron condenados a pena de muerte en consejos de guerra celebrados en el campo de concentración de Camposancos y, posteriormente, trasladados a la isla de San Simón, donde fueron fusilados.
CARTA ESTREMECEDORA DE UN PRESO A SUS HIJAS
Pontevedra 24 noviembre 1936
A mis queridísimas hijas Patriquiña, Teresita y Purita. Nenas mías: como irremediablemente tengo que hacer un viaje muy largo y tengo que separarme de vosotras por mucho tiempo. Quiero deciros adiós y pediros que penséis mucho en mí. Hablando de vuestro papá todos los días.
Y veréis mi retrato, como si fuera yo mismo. Porque aunque yo marche, os llevo en mi corazón a todas. Por ser tanto, tanto lo que os quiero, no quiero veros, para que me recordéis siempre, como la última vez que me visteis. Tu Patriquiña, que eres la mayor y siempre fuiste tan buena y formalita, tienes que cuidar de tu mamá y tus hermanitas; siendo siempre obediente, estudiosa y cuidando de Teresita y Purita para que nadie les haga daño. Y para que sean como tú, buenas, obedientes y estudiosas. Tu papá que te quiere tanto te pide que te acuerdes de él toda la vida.
Teresita: tu que también eres tan buena, empieza a ir al colegio y aprende a leer y escribir, para que cuando seas mayorcita, ayudes a tu mamá. Y tu Purita, nena mía pequeñita, que apenas conoces a tu papá, besa mucho mi retrato. Si guardáis esta carta y cuando vayáis creciendo la leéis, sabed que vuestro papá os quería tanto que cuando marchó de vuestro lado, os llevaba en el corazón, hasta la última vez que las lágrimas salieron de sus ojos.
Adiós nenitas mías, ser muy buenas con todo el mundo y no olvidéis nunca a vuestro papá que os manda todos los besos al deciros adiós. Luis.
LA VENGANZA
La isla después de la Guerra civil dejó de funcionar como cárcel, sufriendo un abandono paulatino, sólo interrumpido por los miembros de la guardia personal de Franco en periodos estivales pasaban allí sus vacaciones. El 22 de agosto de 1950 sucedió un trágico incidente. Unos cincuenta pasajeros de la Guardia de Franco volvían de la isla en una embarcación, "A Monchiña", cuando debido a las malas condiciones del tiempo y las corrientes habituales de la zona, la embarcación naufragó. Casi ninguno de los pasajeiros sabía nadar, y cuarenta y tres tripulantes perdieron a vida. En la isla de San Norberto, en la cara sur del archipiélago se construyó un pequeño crucero en honor de los fallecidos.
La peor tragedia marítima vivida en la ría viguesa en los últimos cien años se produjo el 22 de agosto de 1950. Era un día soleado de verano, el mar estaba muy tranquilo en la ensenada de San Simón y, sin embargo, fallecieron 43 personas en unas aguas cuya profundidad era de tan solo de cuatro metros.
Los tristes protagonistas de aquel dantesco suceso fueron un grupo de miembros de la guardia de Franco, que pasaban una temporada de vacaciones en el albergue de la isla de San Simón. El plan para aquella jornada era jugar un partido de fútbol en Redondela. La guardia de Franco era una sección de la Falange, nutrida principalmente por excombatientes que se agrupaban en una estructura militar.
Muchos de los pasajeros de aquella pequeña embarcación, llamada Monchiña, no sabían nadar, lo que multiplicó las consecuencias del accidente. Uno de los falangistas cayó al agua, provocando que de una forma instintiva, una gran parte del resto de sus compañeros se trasladaran a aquella borda para tratar de ayudarle. La descompensación de la lancha provocó que volcase, precipitando al agua a lo pasajeros restantes. Los que no sabían nadar se agarraron a las personas que tenían a su lado, sin dar opción a casi nadie.
Días después, en el periódico de la Falange, El Pueblo Gallego, se elogiaba la acción de marineros de la zona, que se acercaron a ayudar a los náufragos en los primeros momentos del accidente. También recordaban a una mujer, que ayudó a tres personas, y a un niño.
En los primeros momentos solo se recuperaron diez cadáveres, por lo que fue necesario montar una operación de rescate submarino. Desde la base naval de Ríos, que entonces empezaba a funcionar ya como la Escuela de Transmisiones y Electrónica de la Armada (ETEA), se enviaron lanchas y buzos, así como también se envió una grúa de grandes dimensiones de la empresa Uriarte.
Al día siguiente de la tragedia, los buzos comenzaron a sacar los cuerpos de los fallecidos. Curiosamente, estaba a una profundidad de tan solo cuatro metros. Salvo tres cadáveres que estaban en sí estaban en el interior de la cabina de la lancha, la mayor parte del resto de los fallecidos se hallaban fuertemente asidos a las bordas de la lancha, según relataron los buzos posteriormente.
Las víctimas fueron trasladadas al embarcadero de la fábrica de conservas Job, en Rande, para luego ser llevadas a Redondela, donde fueron veladas por miembros de la Falange en la sede del Auxilio Social, en el paseo de A Xunqueira.
Entre aquellos fallecidos había ocho gallegos, uno de ellos, Isaac Rosón Pérez, era el hermano del primer presidente de la Xunta de Galicia preautonómica y, posteriormente, presidente del Parlamento gallego. En la lista de bajas se encontraban también dos porriñeses, Manuel Nogueira Pérez y Nereo López Rojo.
Tras celebrarse una ceremonia religiosa que oficio el obispo de Tui, José López Ortiz, los cuerpos de los fallecidos fueron trasladados a sus respectivas localidades natales, repartidas por toda la península.
Fue el naufragio que se cobró más vidas dentro de la ría en los últimos cien años, y no se trata de marineros ni las condiciones meteorológicas eran malas.
La isla fue clausurada debido a la tragedia, y se reabrió para ser empleada como Hogar Méndez Núñez para la Formación de huérfanos de Marineros, que funcionó entre 1955 e 1963.
Piensen en los barracones de los campos de concentración de Auschwitz o Mauthausen, en la imagen repetida de judíos escuálidos hacinados en lo que fue su corredor de la muerte. Piensen ahora en la posibilidad de despojar ese lugar de su carga histórica y construyan en su mente un complejo hotelero o celebren en sus inmediaciones un festival de música electrónica. ¿Podrían?
Los responsables de la gestión de la Isla de San Simón, en Pontevedra, sí han podido. Esta isla, antiguo lazareto de las tripulaciones procedentes del Atlántico Norte, fue, desde octubre de 1936 a marzo de 1943, uno de los mayores campos de concentración y de exterminio de presos republicanos procedentes de todo el territorio español. Los primeros llegaron en barcazas desde el puerto de Cesantes o de San Adrián, venían de las cárceles de Pontevedra y Vigo. Después, tras la caída del frente norte de resistencia republicana, comenzaron a llegar numerosos reclusos de León, Asturias, Cantabria y el País Vasco. Tras el fin de la guerra civil, pasaron por la isla presos de todas las cárceles de España. La isla llegó a concentrar a más de 6.000 reos.
Hoy, poco o nada queda que recuerde aquello. No hay placas conmemorativas que informen al visitante que allí, en la tapia del cementerio sin ir mas lejos, se fusilaba a gente. El proyecto de rehabilitación de César Portela en 2003 hace que el lugar se asemeje más a un complejo hotelero con glamour que a un centro en el que recordar a las víctimas. De lo que sí hay placas conmemorativas es del Nautilus de Julio Verne, en cuya obra “Veinte mil Leguas de viaje submarino”, el capitán Nemo cuenta el episodio de la Batalla de Rande y el oro que reposa en la Bahía de Vigo.
Los intentos de la conselleira de cultura nacionalista, Ánxela Bugallo, de promover el nacimiento de La Fundación Illa San Simón y convertir la isla en una “Illa de la Memoria” que recordase a los presos del franquismo han sido desmantelados por el gobierno actual del popular Núñez Feijóo.
“Ahora con la excusa de la crisis la paralización es mayor”, dice el representante de Iniciativa Galega Pola Memoria, Xoán C. Garrido. “La crisis es solo para lo que conviene ideológicamente. Sin embargo sí hay fondos para la promoción turística del lugar en el que se ha eliminado toda referencia a lo que aquí ocurrió. No hay ninguna sensibilidad ni inteligencia. Si lo que quieren es atraer el turismo, despojar a la isla de su historia empobrece su atractivo. Hoy la isla es un lugar turístico más como puede ser las Islas Cíes”, asegura Garrido.
El conjunto ha sido rebautizado por el gobierno gallego como “Illa do pensamiento”. En 2010, el gerente de la Fundación, Xabier Alonso Varela explicaba así la nueva fórmula: "La filosofía que lo sustenta es hacer de San Simón una isla para el pensamiento, la reflexión, el diálogo y la cultura. San Simón es génesis y tragedia pero sería un error quedarnos inmóviles en el pasado, (...) crear aquí un centro cultural de referencia es la mejor manera de honrar a las víctimas de la tragedia". Opinión que no comparten las víctimas y sus familiares, para quienes la “reflexión” del señor Varela, diluye la memoria. “Hoy las víctimas están dispuestas a venir aquí voluntariamente con el fin de evitar que se borre todo rastro de la realidad que vivieron”, dice Garrido con sorna, “son espacios que merecen ser dignificados”.
Por ello, para dignificar este espacio y combatir la ausencia de memoria, cada año, en fechas cercanas al 18 de Julio -día del golpe de estado contra la República-, las asociaciones memorialistas de Galicia, junto a los ex-presos y sus familiares, se reúnen en la Isla para recordar a todas las víctimas del franquismo. El pasado domingo, honraron a los oficiales del ejército de la marina gallega, quienes pagaron con su vida el hecho de mantenerse fieles al régimen democrático establecido. Desde 2006, declarado “Año de la Memoria en Galicia” a iniciativa de las asociaciones, éstas no han cejado en su empeño de lograr la adopción de medidas institucionales y la dotación de recursos públicos suficientes que garanticen su derecho a la verdad, la justicia y la reparación. Promovieron junto a tres universidades gallegas el proyecto de investigación “Nomes e Voces”, una extensa base de datos de los represaliados del franquismo en Galicia. Todos ellos piden ahora la elaboración de un archivo histórico de esta llamada colonia penitenciaria con todo el material que existe disperso, entre fotografías y fichas de los presos. Sin embargo, explica Garrido, no hay ninguna aportación pública y el proyecto está completamente paralizado.
La Xunta de Galicia y el Concello de Redondella sí ha decidido destinar recursos a la celebración de un festival de música electrónica que tendrá lugar en San Simón los próximo días 27 y 28 de Julio. El Festival Sinsal se presenta como “una apuesta por la música en directo en espacios cómodos, confortables, sin humos, ni ruidos de vasos, a partir del 2010 dimos un paso más allá”. “Llevamos la música a lugares insólitos”, reza el eslogan. Poco queda que añadir al asunto. En su página web no hay ninguna mención a los presos de la isla, tan solo una breve referencia a su “gran carga de memoria histórica”.
“Esto es una vergüenza, es un santuario de memoria”, dice Rubén Afonso Lobato, secretario da Comisión pola Recuperación de la Memoria Histórica da Coruña, una de las cien asociaciones que integran la Plataforma por la Comisión de la Verdad, entre las que también se encuentra la Fundación Internacional Baltasar Garzón. “En un país normal esto no ocurre," dice Afonso, "no estoy hablando ni de izquierdas ni de derechas. Hasta (Ángela) Merkel visitó Mauthausen”.

Cospeito...la ciudad maldita
No digo nada nuevo si afirmo que muchas leyendas se repiten en muchos lugares de nuestra geografía. Cambian los protagonistas o los detalles, pero hay relatos legendarios que se adaptan a cada lugar. Es el caso de las ciudades inundadas por las aguas tras un castigo divino.
En Galicia hay unas cuantas, y hoy solo visitamos una como ejemplo, pero también en otros muchos puntos de la Península Ibérica, desde las Rías Baixas hasta los Pirineos, encontramos historias similares.
Bajo la laguna de Cospeito hay una ciudad arrasada por las aguas, con tres versiones diferentes. La más conocida es la que cuenta Leandro Carré Alvarellos en su clásico “Las leyendas tradicionales gallegas”, en la que cuenta que en este paraje existía la ciudad de Beria, a la que visitó nada menos que la Virgen. Preguntó por un templo a una buena mujer y esta le contó que los habitantes de la ciudad solo adoraban a figuras de piedra y de madera, entre las que citó a Baal (importante dios de varios pueblos como cananeos, filisteos y fenicios, entre otros). Ante esta situación, la Virgen maldijo la ciudad, ordenando que caiga del cielo tanta lluvia que anegue casas y huertas para que ningún cristiano se contagie de las prácticas de los poderosos de Beria.
Esta historia, mezcla de los castigos bíblicos de tiempos de Noé y de Sodoma y Gomorra, pretende aleccionar sobre la creencia en dioses distintos de los cristianos y es una constante en otras ciudades anegadas por castigo divino, como la que se encontraría debajo de las lagunas de Doniños, Carregal, Antela y un largo etcétera.
Carré Alvarellos cita que, cuando bajan las aguas, aun se pueden ver piedras y palos asomando entre las aguas de Lamas de Goá, en Cospeito. Pero hay otras historias en torno a esta laguna.
Otro relato también atribuye la laguna a la Virgen, aunque en esta ocasión tiene elementos más clásicos. Nadie atendió a la madre de Jesús en la ciudad de “Valverde”, excepto una familia que sacrificó a una ternera para darle de cenar. La Virgen ordenó tirar los huesos del animal en las cuadras. Al día siguiente les mandó ir a ver las vacas y terneros que habrían salido milagrosamente de los huesos, ante la incredulidad de los propietarios. “Tan cierto es que tenéis terneros y vacas, como que la villa de Valverde fue inundada por las aguas”, indicó.
Una tercera leyenda sitúa a la Sagrada Familia por estos parajes, cuando huían de la persecución de Herodes. Tan mal los trataron en la ciudad, que un zapatero provocó una herida al pequeño Jesús, de la que brotó tanta sangre que anegó la urbe.
La leyenda cuenta que en el sitio donde hoy en día está la laguna, había una pueblo llamado Villa de Valverde, que era muy importante, y un día pasço por alli un pobre y pidió posada o aunque fuera, algún cobertizo donde pasar aquella noche. Algunos dicen que era un pobre hombre que iba pidiendo por las puertas del mundo,y otros que era la mismísima Virgen en persona, pero disfrazada.
El caso es que nadie tenía lástima de aquel pobre, y cogió y se marchó del pueblo y se fue a una casita que había en la ladera del monte donde vivia una familia que también era muy pobre pero honrada donde le darían covijo.
Esta familia le recibió de buen grado pero como no tenían apenas que comer, decidieron matar la única ternera que les quedaba para poder darle de cenar al pobre.
Después de cenar, el pobre les pidió que echaran los huesos grandes en una cuadra, y los huesos pequeños en otra y asi se hizó. Al día siguiente el pobre se levantó temprano y empezó a llamar por el dueño de la casa y le mandó ordeñar las vacas y poner los terneros a mamar.
El dueño siguió durmiendo y no le hizo ningún caso, pero el pobre seguía gritando lo mismo, y el dueño se negaba y le decía:
¿cómo voy a ordeñar las vacas y echar los becerros a mamar , hombre de Dios, si la única ternera que tenía la maté de víspera para hacer la cena de todos?.
Y el pobre contestó:
Tan cierto es que tienes becerros y vacas como que la villa de Valverde se hundió en las aguas.
Y después de estas palabras el pobre desapareció y no se le vio más.
Mas tarde el amo y su familia salieron por la puerta y vieron que, tal y como dijo había dicho el pobre, la Villa de Valverde se había hundido en castigo por lo mal que lo habían tratado.
Después fueron a las cuadras y vieron que en aquella donde habían echado los huesos grandes había vacas y donde habían echado los huesos pequeños había terneras. Todos se pusieron muy contentos pero en el sitio de la Villa de Valverde, todo era una gran laguna, y en el alto del monte había una capilla con una imagen de la Virgen , que por encontrarse en ese lugar le quedó el nombre de la Virgen del Monte.
Hace algunos años, todavía contaban que allá en las profundidades de la laguna y cuando venían las sequías del verano, se veían las chimeneas de algunas casas hundidas y también la torre de la Iglesia, y hay quien dice que hasta se oían las campanas de aquella desgraciada Villa de Valverde.


Misteriosas iglesias en Noia
El auge e importancia que Noia experimento durante la Edad Media, por su cercanía con Santiago de Compostela, conllevaron la creación de las dos iglesias; Santa María a Nova y San Martiño, que a día de hoy, aun se pueden visitar.
La primera de estas iglesias, declarada monumento histórico-artístico nacional, está rodeada por un extraño cementerio gótico, supuestamente construido con tierra traída de Palestina, está compuesto por unas 600 lápidas de las cuales 30 de ellas están dentro de la iglesia.
Sin embargo, destaca la singularidad de dicho cementerio, ya que la gran mayoría de estas lápidas, junto con los escudos heráldicos que se solían poner en estas lápidas, aparecen otra serie de simbología que los investigadores han asociado con la labor que desempeñaban en vida aquellas personas.
Según parece, entre todas estas, destaca una lápida en la que se puede ver un guerrero empuñando una espada y que conlleva una leyenda asociada. Esta leyenda narra que el susodicho guerrero, conocido como el caballero Armero, fue quien mató a la bestia que habitaba en el cementerio.
Por su parte, la iglesia de San Martiño, fue inaugurada en algún momento de 1434, momento en el cual parece forjarse también una nueva leyenda, ya que, aunque existe una clara intención por parte del creador de hacer una fachada simétrica compuesta por dos almenas, solo existe la almena de la izquierda (vista frontalmente).
Surge una nueva leyenda por la cual todo aquel que trate de acabar la torre, sufrirá terribles consecuencias. Y parece ser que la leyenda se hizo realidad cuando, el 16 de febrero de 1973, el joven cineasta y director, Claudio Guerín, se precipita desde lo alto del campanario.
Según parece, para el rodaje de su largometraje “La Campana del Infierno” quería que, aun de cartón piedra, la iglesia tuviera la segunda torre terminada. Según parece, el director subió a la torre para comprobar las labores que se estaban llevando a cabo momento en el cual, se precipita al vacio.
El cura, incrédulo
El trágico final de Claudio Guerín no hizo más que alimentar una leyenda que, desde hacía mucho tiempo, se cernía sobre la torre inacabada de San Martiño. Aunque nadie sabe los motivos, muchos coinciden en asegurar que la mala fama de la almena viene de lejos. El párroco José Luis Fuentes llegó a la iglesia noiesa en 1996 y pronto fue conocedor de la misteriosa historia: «Aínda que eu nunca crin nada disto, é certo que moita xente dicía que a torre estaba maldita e que aquel que tentara rematala, tería un triste final».
Fue precisamente a este hecho al que muchos atribuyeron la muerte de Claudio Guerín, por su empeño en reconstruir la torre para el rodaje de su película, aunque solo fuera usando cartón piedra
No solo el fallecimiento del cineasta sirvió para alimentar la vieja leyenda, el propio sacerdote confiesa que él vivió en sus carnes una anécdota que le llevó a pensar que realmente, el tema despierta temor: «Nunha ocasión, un señor de Castilla que viña sempre veranear a Noia, díxome que el estaba disposto a rematar a torre, que realizara todos os trámites burocráticos, que volvería ao ano seguinte co propósito de facer a obra. Eu non arranxei nada, xa que é un edificio declarado monumento histórico nacional e, ademais, é o símbolo da vila tal e como está, pero cando volveu o turista non me atrevía a dicirlle a verdade, así que lle comentei que todo estaba listo para acometer a obra, pero que tivera en conta que existía unha lenda que dicía que aquel que quixese reconstruír a torre, morrería. Desde entón, nunca máis volveu a falarme da cuestión».
Eso sí, el párroco aclara que se trata solo de una leyenda que, para él, carece de fundamento: «A min non me impón respecto algún, non teño problema en subir á parte que está feita. Fágoo a miúdo».
Lo que está claro es que, como en otras muchas cuestiones relacionadas con fenómenos sobrenaturales, la ciudadanía noiesa está dividida. Hay quien se cree a pies juntillas la leyenda de la torre maldita, y que incluso atribuye a esta la muerte de Guerin y el hecho de que nadie haya restaurado la almena, y hay quien opina que se trata de un mito sin más.
Pero, si esa segunda teoría fuese la correcta, cabría hacerse una pregunta, ¿por qué entonces uno de los campanarios se encuentra inacabado cuando, solo con mirar el templo, uno se da cuenta de que le objetivo inicial era construir dos torres gemelas? Para el cura de San Martiño, la respuesta tiene que ver con cuestiones económicas: «A verdade non se sabe, pero parece ser que, cando se construíu a igrexa, rematouse o orzamento antes de concluír a segunda torre, e así quedou».
Ni siquiera los historiadores locales saben cuáles fueron los motivos reales que propiciaron que el símbolo de Noia sea un templo con dos almenas, una de ellas inacabada. Xerardo Agrafoxo, que incluso dedicó parte de un libro al trágico fallecimiento de Claudio Guerín, explicó que no hay datos documentales que expliquen este hecho: «Nunca se estudaron os libros da igrexa de San Martiño e, polo tanto, descoñécese a auténtica verdade».
Lo que sí se sabe es que esta falta de información ha ido alimentando una leyenda que, por lo menos de momento, no tiene visos de ser desmentida. Descubrir la verdad sobre la torre inacabada de San Martiño contribuiría a poner fin al mito. Mientras, el misterio seguirá envolviendo a este edificio, símbolo para los residentes en Noia y fuente de preguntas sin respuesta para los visitantes.



